jueves, 27 de octubre de 2011

Nada que decir

¿Qué hacer cuando no tienes nada que decir? Te tengo delante, tus ojos me escrutan de arriba a abajo, miras con esa apetencia de degollarme, quizá de perdonarme. Me siento herido, parece que mi sentencia ha llegado nada más verme, ¿de verdad es asi?

No puedo defenderme, podría poner excusas sobre los mil motivos que me han llevado a tantas decisiones erroneas, sin embargo, mi boca no puede pronunciar siquiera una de ellas, pero... no puedo quedarme callado... Los nervios hacen que en mi cabeza se disparen las transmisiones de cientos de sustancias. Cada una por su lado; y ninguna de ellas quiere darme la oportunidad de comenzar...

Y dices algo: hola, buenos días; incluso añades alguna palabra cariñosa, selectiva para un momento como este... pero después de eso otra vez el silencio. ¿Por qué me ocurre? Necesito un minuto. Me doy la vuelta, cierro los ojos y desaparezco inmiscuyéndome en mi propio mundo. Por fin mi mente se aclara. Decido callar, a veces lo mejor es el silencio, ¿será cierto? Nada hay de cierto en ello, pero es la opcion más fácil, más cobarde.

Y es después de eso cuando la persona que te estaba observando, esperando esa respuesta deseada, decide la consecuencia de tu silencio: te perdono.

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