viernes, 13 de abril de 2012

Lo que haría yo por ti

El cielo emite una sonrisa, ¿una señal? sus dagas invisibles llegan a su cuerpo calentándolo, abrasando su interior. Su corazón acelerado por los nervios del encuentro le obligan a permanecer a la espera, sus ojos intentan desconcertale. Es la estrategia elegida por un tonto como él, que espera una respuesta: sí, quiero. Ha desechado de su mente frases hechas, estadísticas relativas a divorcios, abandonos, crímenes... Sabe a lo que se arriesga, y desde luego, vale la pena.

Ella es la idealización personificada de lo que ha ido soñando a lo largo de su vida. Nunca pensó que aparecería, y menos de la forma en la que se presentó, ahí, con los pantalones rotos, las gafas a unos metros de ella, su pelo alborotado, su culo estrellado en el suelo. No recuerda la postura exacta, sólo una vaga figura sobre su cabeza. Aún así, lo que de verdad tiene clavado en su mente es ese sonido, esa dulzura del idioma del amor: el francés.

A partir de ahí comenzaron a verse, siempre bajo ese halo de mala suerte o infortunio, que en momentos puntuales han ocurrido. Cosas como caídas, accidentes a pequeña escala, comidas quemadas, situaciones vergonzosas... Sin embargo, y aunque ella siempre lo ha achacado a una conjunción de los astros ocurrida el mismo día de su nacimiento, hoy quiere demostrarla que todo en la vida puede cambiar.

¿Podrá hacer algo perfecto?

PD: El ser humano es imperfecto, pero en él hay algo puro: su alma.

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