viernes, 29 de julio de 2011

Una gota cae, cala y se seca

«Espero, espero, un poco más.» La gente me ve, lo he visto de soslayo, una multitud a mi izquierda, quizá también a mi derecha. No siento nada, tal vez por la concentración, aunque lo más seguro es que sea por mi mundo vacío, vivo solo y paso la gran parte de mi tiempo sin compañía. Es lo que quiero.
Hace ya años que abandoné a todos: familia, amigos, e incluso novia, no tenía motivos aparentes. Bueno si, mi novia ya no me quería y por lo demás yo ya no encajaba. Y fue entonces cuando encontré a un anciano mendigo por las calles de Madrid, nunca me había parado más allá de ese segundo para echarle alguna moneda suelta, pero esta vez fue diferente, le miré a los ojos y entablé una conversación ciertamente agradable. No me acuerdo muy bien de ella, eso sí, una frase la llevo grabada, y en el sentido más literal de la palabra« El amor es una gota de agua: cae, cala y se seca.»
Fue entonces cuando volví a casa, hice la maleta, me despedí de mi familia y cogí el primer avión hacia un destino desconocido. Al principio no se explicaban muy bien porque quería dejar todo aquello, pero pronto lo comprendieron. Las personas cambiamos de vida por amor o dolor, y en mi caso las dos habían invadido mi cuerpo.
Llegué a Budapest, Liubliana, Tesalónica… todo cambió en Tesalónica. Conocí a Fedros, un prestigioso saltador, un deporte muy conocido en las costas del Peloponeso, y en ese momento me acordé de las palabras del indigente. Comprendí al instante que necesitaba amor y que ese amor era el agua, si conseguía aprender a tirarme ese amor nunca se secaría y siempre me bañaría. Necesitaba una nueva forma de vida.
A la mañana siguiente emprendí mi entrenamiento, correr, nadar, escalar… Fedros me lo enseñó todo, me he pasado todos los días durante dos años junto con él. Solos.
Actualmente los tiempos han cambiado, su padre enfermó y volví a ser un alma solitaria. Desde entonces me dedico a viajar por ciudades bañadas por ríos, mares o lagos donde puedo saltar. Y ahora me encuentro ante uno de esos saltos. No habrá más de veinticinco metros hasta el río, pero el Duero debe estar más frío de lo normal. Da igual, mi subsistencia depende de ello. Con los brazos alzados, cabeza alta, cuerpo erguido; me dispongo a tirarme para sacar algo de dinero.
¾¿Qué haces? ¾la voz es familiar, conocida para mis oídos. Está detrás de mí.
La miro, es ella: Estrella, mi antigua novia. Me agarro a la baranda para no caerme. Sus ojos engrandecidos, sus mofletes rosados… un rostro muy diferente al que conocía.
¾¿Has perdido la cabeza? ¿Qué haces subido al puente? ¡No ves que te vas a matar!
Después de su despedida se prometió que no tenía nada más que decirla, pero no era cierto.
¾ Me estoy secando y no quiero… ¾únicamente había dos personas en la tierra que sabían el significado de esas palabras, pero ninguna de ellas era Estrella.

PD: El amor es como una gota de agua, cae, baña y… no quiero escribir más, supongo que tú tampoco y para no pronunciar la última palabra te aconsejo cuidar ese gota como si fuera lo más preciado en tu vida.

2 comentarios:

  1. Precioso relato....me ha gustado mucho.

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  2. HOLA DAVID, ME ENCANTA LO QUE ESCRIBES, SENCILLAMENTE ERES ALGUIEN ESPECIAL,
    PRONTO EMPEZARE A LEER EL LIBRO. un beso

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