miércoles, 6 de julio de 2011

Pelicula sin título

Estoy mirando al mar, a ese horizonte donde el azul del mar se confunde con el del cielo, donde dos elementos de la naturaleza se fusionan besándose, uniéndose bajo una uniformidad rota por el destino del movimiento, del tiempo, y de un viento que los golpea enmarañándolos en su habitual brisa, a veces lenta a veces desapacible, a veces amorosa a veces insignificante.
El sol en cambio aparece y desaparece lanzando sus dagas sibilinas y proféticas, rectas; solo curvadas por su reflejo en el agua. Y más tarde la luna, que aparece tras el crepúsculo rojizo, donde se intercambia su papel con el astro rey. Sin embargo, ella es la reina, y nadie parece tenerla en cuenta, una vez más, el lado femenino se asocia a la noche, a lo maligno, a lo oscuro. Nadie se ha dado cuenta de que el mar sigue siendo bello sin luz, con el sombrío reflejo de una luna que no lo abandona, pero de unos humanos que si lo dejan descansar…
Es mi momento, estoy solo, el mar y yo. No hay nadie más, nadie que robe su tiempo, un tiempo que solo quiero que dedique para mí. La tierra humedecida por el agua se enreda entre mis dedos. Estoy cerca, avanzo deprisa, el tiempo avanza y entro sin pensarlo. Cinco pasos más y ya casi me cubre el cuerpo. Hablo con él, con sus brazos curvados llamados olas. No me hacen daño, al contrario, siento que me acarician espoleándome hacia cualquier parte, es su manera de darme la bienvenida, así ha sido siempre. Pero hoy el mar parece dedicarme su más bella sonrisa y es que yo no soy un elemento, no puedo competir con sus iguales (sol, luna, viento, cielo…) Y por ello me enseña a alguien.
Al fondo, una chica, la más bella que hayan visto mis ojos en toda mi vida aparece corriendo con un biquini floreado dejando ver sus facciones: Pelo suelto, rubio, liso, peinado y taimado, cuidado hasta el extremo; nariz pequeña, perfilada, que combina con sus mofletes abombados y rosados. Su ausencia de maquillaje la poetiza, la esmalta de algo que pocos se atreven a amar: la naturaleza. Todo es hermoso, lindo, admirable. Piernas largas y bronceadas, perfectas.
Ya no miro al mar, la miro a ella, y sé quién es el culpable de su ilustración. Alguien la ha traído hasta allí… Me da igual quien.
- ¡Hola! ¾su voz femenina y dulce, parece ser la de una de esas voces que doblan películas. ¿Doblará mi vida?
El mar es mi guionista, la luna mi directora, el viento el director de sonido, el sol de fotografía… ¿y nosotros? Sin lugar a dudas no sé quién lo ha elegido, pero somos los protagonistas.

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