lunes, 23 de mayo de 2011

EL TIEMPO...

La he visto en cantidad de ocasiones, y aún así no me he atrevido a decirla nada, ¿por qué? Es una pregunta de fácil respuesta: soy un cobarde. Muchos dicen que en el amor los cobardes perecen, se entierran a sí mismos. Tal vez yo sea así, sin embargo, mi sentir me impide anunciar mi llegada a sabiendas de que tiene novio, pues tambien le conozco. Es un chico apuesto, siempre bien vestido, elegante, con su pelo engominado. Sin lugar a dudas es más guapo que yo.

Pero ahora no quiero hablar de él sino de ella. No sé su nombre, ni siquiera podría describirla, es imposible dibujar una sonrisa tan perfecta, unos ojos tan azulinos, unos labios tan modelados, unos mofletes tan sonrosados... Todo ello parece un cuento, un cuento sobre mi propia vida; y como no puede ser de otra manera os voy a contar dicho cuento.

Hoy es diferente, siempre he coincidido en el mismo sitio: el ascensor. Es mi vecina, sí, vive dos pisos más arriba que yo, con su novio. A diferencia de mí, que vivo solo. Como he dicho, hoy es diferente y esto se debe a que nunca la había visto tan pálida. Nada de maquillaje en sus mofletes, nada de gloss en sus labios, sus ojos limpios... ¿qué le habrá pasado? Mi mente especifica la situación poniendome más nervioso. No puedo permitir irme sin preguntarla si necesita ayuda. No obstante, como una vez más, la doy los buenos días. Algo simple, educado y a la vez cercano. Su contestación, como no podía ser de otra manera, la misma; pero hoy no ha añadido la muestra de esos dientes tan blanquecinos.

Esto me lleva a avanzar un poco más. Es la hora de arriesgar, es mi momento. Pero cuendo me voy a lanzar, algo ocurre, un pequeño mareo. La chica se apoya en la pared. Rápido me lanzo a ella para sujetarla, mi fuerza nunca ha sido una virtud, pero la levanto con delicadeza, no merece menos.
- ¿Estás bien?-tarda en contestar, pero al final se lanza con palabras entrecortadas
- No.
La contestación es un no rotundo, ¿qué hacer ahora? Sin duda mis opciones han crecido, la situación es la idonea y ella  me necesita. Si quiero demostrar mi amor por ella es mi hora. Continúa.
- Estoy enferma...me muero...
La cara me cambia por completo, descompuesto y petrificado, como si tuviera delante de mi a la mismísima Medusa, permanezco callado. Mi mirada fija en la suya. Y sin querer una lágrima cae de mi ojo izquierdo.

 
PD: El tiempo se consume, este personaje ha tenido suerte, puede vivir últimos momentos, últimas anécdotas. Todavía la puede besar... otros... otros no pueden.

No hay comentarios:

Publicar un comentario